miércoles, 29 de diciembre de 2010

De Lima a Chosica - Paolo Astorga


Paolo Astorga

De Lima a Chosica
(Ediciones Letra en llamas, 2010)
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De Lima a Chosica






I




Una boca entreabierta despierta entre cartones, arremete su dulzura de presa suntuosa y el ardor de un cuerpo fuga de sus manos como un amanecer sin dolor ni nostalgia. Es así. La mañana ruge y la masa exige que corramos como peces vibrantes por puertos sin sueños, bocas ardiendo, mujeres en llamas sin océanos, cardúmenes de barro y lluvia. En los ojos comimos soledad de estrellas estigmatizadas por el fino fetiche del recuerdo absorto. Mirar por el agujero de una falda destrozada por ruidos de fierros retorciéndose en nuestros dedos sudorosos. Es así. Cadáveres en ascenso, niños sin espalda, cráneos y cuerpos grises estornudando alacranes. Los reyes más rojos pintando sorderas en el desierto de una pelvis corregida en luz. Es el espejo de carne dulce, el umbral de una alucinación que escapa de la carretera enmohecida de presagios, de ruegos, de locura furiosa como un tren a punto de explotar en los estómagos. La plaza, los puentes, abrir el cuerpo de murciélago, abrir el reloj puro de tu ombligo desahuciado por la filosofía de la cruz, otra vez a cuestas de puñales en selva, otra vez pasaje sin retorno al mundo del Minotauro, otra vez nombre de espasmo tutelar, manía de coleóptero silencioso, hastío, deformación nácar, pintura de otoño atropellada por automóviles eunucos. El sexo de la mariposa amarilla que nunca se salva del retroceso, de oler el aparatoso amanecer y esperar a diario el congelado espíritu de los elegidos, su revolución infértil de voces lascivas. Este es el sueño. Aproximación digital al burro de corazón eléctrico, al hombre falso de buenos sentimientos.



II



Aquí en Lima, yucas fritas, arroz chaufa de mil sabores, aquí en Lima, Lolita y Humbert Humbert, ósculo de cíclope plateado, parásito de lluvia y soledad, balazo, bolero, balada, rock pesado, aquí en Lima, intervención de ponientes, el que atraca su mandíbula al cielo espejado de nubes hermafroditas, el que atraca su boca en mil túneles de horizontes aún muertos, Lima, otra vez Lima, cumbia y sol, vértigo de uno más en un millón, oscuridad y alondras bombardeadas de indecencia, ética para el caballo, ética para los monarcas del tórrido acantilado que nos hierve en la sangre, un puente obtuso, una mujer rebanada de caricias, recién bañada, con el mejor vestido a cuestas, una mujer caminando, y yo en un sueño de cangrejo milenario, osamenta de bicho raro, osamenta de lobo estepario, claustrofobia, ademán de ahogado, el mundo es de cristal, en mi cabeza suprarrenal comemos un corazón abandonado en el terruño, mil vagones, mil asientos, una puerta de barro y saliva, los barcos ya se alejan como unas piernas secretas. Escribo algo que mejor será tragármelo en seco, tocar tiburones en mi sien mientras seguimos persiguiendo el cadáver de un mono, mientras seguimos aquí entre guiños de mujer tiesa, entre ceniza convertida en penetración, entre canguros sin esquina, entre mil luciérnagas esputando su libertad, conmutación de lo transparente disfrutando su dolor, el dolor de caminar y sonreír a la muchacha más fantástica, a la mandrágora de manos calcinadas, letras en llamas cogiendo paredes ocultas de ninfas intoxicadas, palabras de ternura que el niño de camisa blanca aglutinará en su bolsillo de escalera infinita, y apenas con la verdad, y apenas, con la inmunda verdad, los zapatos sucios, la forma del silencio entre los matorrales, bullicio, un hueco, un policía tránsfuga iluminando su herida putrefacta, inventando la ley en su vientre velludo, como una danza sincrética, un transformer de zampoñas castigadas por el corazón elemental de un arlequín traidor, estado de gracia que va hacia el mismo albor de los mutismos, hacia el engendro vacío de las frases más lindas que ahora devastan el tiempo que degüella el escenario de los locos que fingen tener hambre para así colocar sus almas en las vitrinas del limbo.





III




Aquí entre tropas de búhos, árboles quemados por la indiferencia que imprime el amor húmedo en abandono, es el campo azul, la ribera que encanta labios rojísimos como retratos sin carne en desvanescencia. Nuestro dolor otra vez enfrentándonos al pecado de nuestra vaguedad, locura en signo, camaleón andrógino que pisa cantutas de presagios en el desplome de las últimas catedrales de sal en ningún lugar. Mas el riel arde como mujer pueril, arde como caricia de vino tinto y muslo desnudo. Arde como eje del caos en la prohibida sombra colmada de fugaces estrellas contaminadas. Nadie nos lee, abre ya la música de tus pechos etéreos, las chacras, vana estrategia de la ausencia, mala señal de huarangos preñados de horizonte sin anhelos nocturnos. Es Lima señores. Perro que ladra como un tatuaje en el lomo de la bestia. Es mi ansia de paquidermo, mi libelo carnudo, mi ojo que exorciza la ciudad. Soy una serpiente que coloca su mirada en la viciada forma de los edificios. Aquí en Lima, puerta sudorosa, música en combi desgarrada por la inclemencia que quiebra las manos iluminadas de una niña jugando a la pelota. Aquí en la ciudad, los dos somos un enjambre de bichos raros tratando de saber qué es tener vergüenza, y sin embargo, un famélico recuerdo sigue siendo la ceniza en nuestros párpados cansados de tanto silencio que pregona la nostalgia de lo deseado sobre cerros encharcados de miseria en la plenitud que crece tartamuda sobre los jardines donde el olvido explosiona su sedante y existimos una y otra vez.




IV




Crepúsculo, Mirlo, tentáculo de fuego que espera tu pupila desgarrada por el sinuoso papel vencido. Quién vendrá a congelar la carretera que compone el universo como un cuchillo que cuelga titulares salvajes en cada kilómetro mientras avanza el discado de la rebelión, la música fingida de asientos vacíos. Un muro de contingencia, un puente de metal que esconde los pecados que la ciudad trata de incinerar con la basura acumulada en las cabezas de bellas muchachitas encendiendo los escarabajos de la noche hasta ensuciar su cuerpo con el mismo líquido dorado y espumoso de la soledad que comienza al pagar el pasaje, al sentarse, al escupir sobre el tiempo que se va sin volvernos a vestir. Deja ya tu máscara. En tres horas mil fantasmas pétreos, un loco redundando en su catarsis, un millonario ebrio, una señorona comiendo el último helado de fresa de su vida. Yo vagando por tu ombligo ubicuo, y nada tierna es la aventura; objetos magnéticos que colecciona mi corazón-cemento. La ventana se cierra. Es nuevo el andrajo de una muñeca de trapo. Es nuevo el río que desangra gritos anónimos. Es nueva la carretera de cítaras turquesa. No solo basta con pensar para encender una hoguera eterna sobre el cielo graso. No basta con convertirse en un gorrión de alquitrán en medio de algún paradero, para que los niños dejen su inocencia en las paredes de los baños. Ven conmigo, mi piel es homenaje incógnito del polvo, mi córnea un insulto de guitarras llorando, montaña rusa, mágnum otra vez como un comercial, propaganda de huesos usados, la débil confrontación de los dos cielos aún sin sentir.





V



He clavado mi maniquí-fetiche-Beatriz sobre la cruz más violenta y aún no soy un redimido. Quién nos puede aprehender si nos vamos carcomiendo a pedazos. No tengo emblemas, no hay nada sobre la carretera acostumbrada al secuestro y a la desesperación. La verdad estalla como un transeúnte enterado de la brevedad de los días. La tragedia sigue su paso como un perfume apasionante. Ya no hay efecto. Alguna vez pensé todo el universo, pero ahora me arrastro cogiendo sus escombros entre la indiferencia devorando la evocación de los días y la intimidad de los árboles intentando un grito al unísono aún impúber, aún indescifrable. No somos nada, pero vamos a destruir la ciudad muy pronto y a reivindicar el señorío de un delirante rey ornitorrinco, vamos a plantar cemento sobre la infidelidad de las nucas, vamos a proclamar la victoria de los que murieron en la inseguridad de estar siempre sobre la lucidez y el remolino de cabezas cercenadas por el pasar sonriendo a mil espejos infames, pasar invicto y sin rasguño nuestro espíritu hacia la otra orilla, comer bastante, tenerlo todo y hacer del amor, una palabra que despierta el coraje, la cólera, la náusea de panteones vacíos. Ven conmigo oh imagen fronteriza de colores humanos, asfixiante ciénaga de parábolas verdes, de cantares rabiosos que se han extinguido entre retazos de mil estudiantes licuando sus cerebros sobre la fortuita desnudez de la luna purpúrea. Viene la tarde, osadía de pasos arrastrando un cadáver sin cabeza. He hundido sobre está tierra pusilánime mi cetro de arcilla. Nadie me vio nacer, excepto la lluvia que constata una y otra vez el odio que se siente al pregonar a todo el mundo que uno escribe y no muere aún.




VI




Viene la tarde como la luz que ya ha cobrado su cuota de ignorancia, como la sombra inesperada que recorta periódicos violentos y los guarda en su vientre para luego ir a su casa a dar de lactar a sus hijos.

Nadie me cree.




VII



Somos presas del hartazgo. Solo un cuerpo, solo una amarilla honestidad, un traje blanco de efebos caracoles arrastrando pólvora de cinturas en movimiento hacia el pedregal de voces que ya no son las mismas después de la ideología. Todos dicen que la última flama yace sobre el cielo, que la vida vale más que las palabras pronunciadas sobre el espanto de dormir con la niebla desangrando el alma. Escuchen al sol y vayan todos a ahogarse en ese río que deforma la divinidad de las rosas asqueadas del amor alimentado de polillas y petróleo de cristal sin bisagra tierna. No tengo una canción verde, no hay máscaras plagiadas, no tengo escritura en la polvareda del caos. Todos dicen que la realidad es un vestido marrón humedecido por el turbulento vaivén de brazos ambiguos. Sin embargo detrás de las paredes derruidas por el tiempo, se atraviesa a veces inoportuno, algún reino de ternura aún sin profanar.




VIII





Edificios de incomunicación existencial, intentos de volver de la súbita muerte, al palco estelar de una sonrisa antigua que ahora nos atormenta como un curtido de espaldas heridas por la majestuosidad de la desidia. Ya no hay signos de una boca contra el mundo. El buitre espera que mi corazón se petrifique para desgarrar mi alma y amanecer sin más misterio que una palabra vencida por el sol y su oquedad. En un hotel de mala muerte escribo que soy más humano, que mi oscuridad es mil veces la oscuridad del temor mismo en el vientre matinal de los no nacidos. Entre los cerros un dios que no despierta nunca, entre los cerros como un ajuar de jade, mi corazón errante. En este cielo que empapa las gargantas de mentiras y procreación, me he decidido ser frágil neblina, nirvana de toques sin precio, una boca maldecida por la muchedumbre que carga sus bultos de felicidad comprados con esperma. ¿Dónde está el universo, dónde está la madre de todas las madres, cansada de preñarse de inútiles coronas doradas?



IX





¿Dónde está mi amigo César comiendo su miseria de Ítaca desparramada en la carretera celeste de abrazos con metida de pata? Es más fácil sentirse héroe en un mundo dañado como éste. Solo tengo la imagen de este micro que comienza a surgir como espuma de límites y furias, vacío otra vez entre el escape y la tortura.

Estamos ya en el país de Alicia.



X



Di tu palabra y abre despacio las piernas. Pasa de nuevo por la insania de la mítica sonoridad del puente hacia Chosica que excita a los ateos, que pone en celo a las mujeres hasta diluir sus frustraciones en una caja roja que ya nadie va a llorar sobre espinas, sobre retratos de mundos felices. Ya nadie aparece con su nitidez a darnos su lenguaje. Esperamos la adoración, el festival de cadenas arrastrando vértebras de vidrio estremeciendo la inhóspita realidad que nos avienta a ser siluetas culpables de hacer charcos de melancolía sobre la ilusión de semáforos azules. Aquí entre cajones de glúteos en alcobas oscuras, un pantanoso humor que presiente el espasmo de la carne que comulga con el futuro crepúsculo abatido por la lechosa esperanza de encontrar un paralelo sobre la ramificación de nuestras almas que pululan desnudas la ciudad de matronas secas colgando carteles en sus pechos y fingiendo hacer de su propia ceniza un templo solemne a la belleza retorcida en el espejo-acordeón; la soledad de su infinita ceniza robada que se hará extraña como el sol cuando resbalen estrepitosamente hacia el infierno del mundo que nunca dejará de aplaudir su propio llanto.




XI




Recóndito en tu locura destellante, absoluto de prodigios entre voluminosas sombras que oscurecen tu majestad de epitafios soberbios, arcanas oraciones enhebradas con rabia, el que corre, el que se estrella contra la pared esperando la catarsis, pluscuamperfecta certidumbre del ignorante tras cascajos ardientes que el sol engendra en la piel, en el transplante de la soledad que amalgama susurros inocentes hasta pudrir la herida de la noche. Qué nos queda sino escapar, qué nos espera sino inflar nuestros cráneos con la espesa neblina de todo lo creado y seguir colmándonos con los humores del crepúsculo que se entrega como doncella a media noche, entre vientres de piedra, entre estatuas como trofeos, entre niños ebrios de calles unineuronales, entre fornicaciones de espejos lúbricos copulando en el horizonte un fuego que abandona su belleza al alejarse del cuerpo que ahora vende su cuerpo para pagar el alquiler de su habitación promiscua de vestigios, sin indulto de ruegos ni caricias. Qué nos espera si el abandono te hace sonreír, qué nos queda sino la profunda incoherencia que permite el soñar mientras se sacrifican los bolsillos en la nostalgia de tardes iracundas fingiendo una esperanza de cielo derrotado.




XII



Ya no hay ruegos en las catedrales de sal. Los niños han dejado su lugar a la muerte exhausta de correr desnuda tras ellos. Nunca actué solo en este suicidio colectivo. Ningún falso andamiaje, ninguna traición de infierno entre laureles de carne, ojos coleccionando su insatisfacción sobre los acéfalos que cumplen su verdad incendiando a otros como antorchas en la oscuridad absoluta.

Escapemos.

Mientras nadie nos crea
me perseguirá aún impenetrable
tu pureza.

El hermoso búho que ya no nos seduce
será la visión del campo y de los trenes prohibidos
cuando se congelen todos los amaneceres
y ya no sea sangre lo que brota de mis manos,
sino una luz hambrienta
por pensarte en silencio.






XIII



Árbol roto, multitud que aplaude, escena de un beso fortuito sobre el ametrallar de los cipreses, una muchacha no hace un universo intacto, un perro no es signo de victoria, los días continúan, mis palabras sudan y comen polvo, no conozco a nadie y nadie me conoce, pero le encuentro un extraño placer el caminar herido por las calles mostrando mis llagas a flor de piel y no hablar de mí, sino del Dios-Nada que me persigue entre sueños de un hogar apurando su deformación, entre sarna y lluvia incandescente.

Soy uno más sobre la gran marsupia que desaparece las memorias
y aún quiero escribir sobre lo que me aleja del éxito.

Soy una isla desierta nada más.

Cuando mi presa se acerque
todo esto habrá acabado
para siempre.




XIV




Este es el canto de júbilo ensayando tu regreso. Esta es la ausencia que cae, se desploma, regresa, sangra, suda, copula, invierte, sacude, colecciona, corta, sutura y nunca pierde su torbellino ignoto, y no para nunca su presagio de río violentado, su susurro de una nueva resurrección, su testimonio de mil bombas y mil desvelos. Aquí en Chosica, solo soy uno más a escondidas, cerrando la boca, colocando mi luz en alguna acequia antigua. Aquí en Chosica solo me queda el ultimátum de volver al tiempo sin retorno y amanecer de nuevo entre árboles ausentes.











Quien grite primero
dará fe de su existencia
y dejará de sangrar
por la boca del otro

Sin Llegar a lo invisible - Paolo Astorga


Paolo Astorga

Sin llegar a lo invisible
(Editorial electrónica Remolinos, 2008
Ediciones Letra en llamas, 2010)

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Para Isabel, a pesar de los desmanes.

A los poetas cantuteños para que nadie toque esa herida.





Para comenzar la espera





Cuando amanezca si amanece estaré partiendo
A una ciudad donde las sombras no precisen de sus cuerpos

Jorge Luis Roncal


No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie.
No duerme nadie.

Federico García Lorca






PRIMER MINUTO




Arrastro un cuerpo herido, mil voces maldecidas de quebranto,
arrastro un verbo silencioso, ardor de muelas detrás del infinito,
el árbol que canta tu ignorancia, la vereda encharcada nos dice lo mismo
volver a ser eternos nos será imposible y no habrá retroceso
para la carne que se aglutina en nuestros puños, voces, voces,
largas voces destruyeron falsas miradas de nostalgia,
he muerto por un miserable plato de comida
y digo salud a todos y digo salud a todos,
que mi carne es dulce y trato de correr detrás de los espejos
mi boca enllamada de soles finge sordera, finge soledad
abrí las piernas mujer, abrí las piernas,
dolorosas calandrias sucumbieron ante la sangre de los arbustos azules
Diosa mía, qué razón hay sin ti ni tus vestidos estrellados?
Diosa mía, mis ángeles te devoran, te desmiembran mientras cantan
que hemos perdido la batalla, que nos han cortado las manos
y acaso todavía surge de este infierno una flor
que nadie sabrá nombrar
sin antes haber ahogado en el río
el mismo ataúd que se ha enfrentado a la tarde
tan sólo para crear una palabra no menos luminosa
que una sonrisa distante, deformada por la niebla.




FUGAZ OJO A LA DERIVA


Alzo mi mano y me revientan a patadas las estrellas
He logrado callar la enfurecida memoria de los pinos
Y la lúgubre sensación de volver a ser un retrato extraño
Increpando un rumor lejano, la magnolia que desiste en su morir
Y tal vez el deseo que aún nos clava su aliento en lo más profundo
Del alma.

Una bella muchacha recolecta flores a media tarde
Cruza un puente blanco
Me mira, me desviste, me hace un dios encarcelado
En la luz estupefacta apuñalando los nombres
Mientras desciende la niebla.

Alzo mi mano y me destruyen los buitres,
Sabes que aún te espero
Pero igual cierra tu boca
Cuando veas mi rostro esperando una respuesta
Un sueño, una absurda soledad tratando de brillar en el vacío.




IDILIO




Buscar el río a prisa de elefante y sortear esta pradera
de cemento, es hacer el día y la lluvia que atardece en un ojo.
Fuimos niebla, pintura de labios
y a veces cielo adelgazado por el mundo;
sigo de frente besando ángeles decapitados, mujeres-falda,
mujeres-víbora y no tengo antorcha ni estrella ahorcada
por un fantasma diluyendo su lengua entre las espaldas infieles
tras la calle.

No he vuelto en busca del ser que destruí.
No he logrado encender inusitadas velas
absorbiendo el sangrado eterno
de una entraña lejana.

Brilló mi mariposa dorada
brilló mi enclave con Dios,
mi cadena llena de goce,
y sigo caminando por la hierba,
la luna licua una pestaña
y ya soy el ser
ya soy la ceniza
que empieza de nuevo.






TORRE INCIERTA



Alguna vez los ríos fueron eternos como bellas manos
disueltas en el cielo.
Supe del grito atrapado en las veredas
y alguna vez volví como queriéndote abrazar en medio de la lluvia
sin mirar nada más que tu rostro
y mi corazón al borde de la histeria, recordando.
Supe de las inevitables brasas que aún existían en mi sueño
y la insomne oscuridad
que nunca pudo transformar mi programado cuerpo
para que lo toques y no te incendies
para que me desnudes sin perder tu sonrisa inhóspita
abrir violentamente las piernas de esta ciudad inacabable
y acaso sonar todavía una campana
que ya no existe en el desquicie.





ORACIÓN


Dame fuerza para encontrar esa mañana
Donde dejaste una paloma desecha por el tiempo,
Dame fuerza para dejar mis manos en aquellos árboles amarillos
Donde colgamos una sombra desnuda latiendo,
Dame el sigilo de los que no te temen,
Dame la hora precisa para asechar un revólver hecho de victoria,
Dame la luz, dame el sol, el cielo, el polvo,
Finge que me oyes
Pero dame un cuerpo,
¡Oh inmortal incendio...!




SENTADO EN UNA PIEDRA DE LA CALLE LOS CIPRESES



Antes ya habías abierto aquí un pecho, el desearte fue tremendo
La luna increpaba su desprecio,
La misma ruptura entre la deformada primavera
Y esta soledad que derretía las sombras; sólo me acuerdo de ti,
Me duele estar de pie y cantar mis versos tratando de vestirte de fuego,
Mi oscura retina que avanzaba en su condena
Mientras tú seguías inventando un parque
Una vigilia de estrellas heredadas del silencio
Un nombre
Que ya no explicaba nada sobre esta absurda vereda
Que calcina una mirada imperceptible
Una vieja máscara que el viento arrastra
Y brilla mi gloria, brillan mis señales
La tristeza de esperarte todas las noches siempre desnuda y sin espejos
Mientras te detenías en mi pecho
Y todo era por fin un recuerdo
Una frontera que jamás terminaba de aventarnos al invierno
Para despertar sobre una piedra
Y oscurecer allí otro rostro negado por los árboles.



ENTRE PALABRAS


Dicen que aquí hubo una flor
un ojo
un labio sangrando
de miseria.

Qué difícil fue decirte
que me estaba muriendo
tras un árbol amarillo.








Falsas contemplaciones




se necesita el don
para entrar en la charca
Blanca Varela



Solo sé que debo beber mi infancia
y desaparecer ante los millones de ojos
de aves rapiñas de esta ciudad.
Augusto Rodríguez




POEMA PARA UNA MUJER SIN ZAPATOS



Pútrido color sin halo, el absurdo tiritar de los caballos,
ya llega el día acostúmbrate máscara de hambrunas
los que te tocan juegan con la muerte y sigues así,
era la luz y yo sólo veía un corazón atravesado por espaldas
seguir leyendo esta condena desde mi tumba desierta,
quiero entender tu herida
dejar mis extrañas palabras en un inútil verano,
atrapado entre falaces bestias,
muevo mi cuerpo, muevo mis manos,
y el mundo quema, incendia relojes hasta olvidar
que fui feliz, comí un helado, burle la muerte, fui cielo estrellado,
canto sagrado de esquinas imperfectas,
mis entrañas esconden un destierro,
lunas suicidas, ¡Óiganme por favor!,
dulce será el sol si sólo abrimos la boca, dulce, dulce este instante,
mientras la sangre ya no refleje esa verdad que nos quema los labios
y nos hace aparentar un rumbo tras el viento.




PRELUDIO



Fumar, fumar tan lento el aleteo inusitado de la muerte
diluirse es echar raíces sobre el desierto más abrupto,
coger el llanto insuficiente
y oler el fugaz perfume de un cuerpo que mira a la nada.

El cielo ha varado
tiburones con esquirlas de eclipse,
blandas flautas ultrajadas de espaldazos,
no me agita ya la sangre derramada
la absurda brillantez de un ojo que vomita
su corona sobre mi sombra conjugando más postes,
más lobos en la garganta para destruir el laberinto
y hacer perpetuo este desastre.




PUESTO DE PERIÓDICOS



Renacuajo de espasmos matutinos, te incendia mi mirada
el comer dolor y aplastarlo todavía más allá como un brujo que emprende
un viaje sin morder el ojo insuficiente, despreciado por el tiempo,
lobos plateados en un óvulo fantástico de esperma que encabrita lunas,
árboles, rasguños de cielo, casas vacías donde parieron mi enorme huella
abstraída de la nada, un cuadro de hermosos sexos ostentosos
como el deseo de patear una pelota a media tarde
y llorar después de comer rostros,
objetos que no abren sus turbias almas y comer en símbolo,
flameando un pecho, un ¡Viva el Perú carajo!
Y continuar con la yugular reteniendo el universo,
comer en símbolo un accidente de tránsito sin escribir cuántos murieron,
cuántos aún me escupen a la cara por decirles que los amo
y que muy en el fondo apuñalo grotescamente su silencio,
la hipócrita sombra escondida
diseñando una mañana en el desquicie del resentimiento
y un nuevo titular desgastando todas las memorias.






UNA MUJER MARRÓN AL ATARDECER



Qué desastre más grande andar con las piernas abiertas
y sangrarlo todo
mientras el sol atraviesa mis ojos y devela a los muertos rubios
que me lamen con violencia y soy presa de los semáforos
y las angostas calles que me han arruinado el maquillaje.
La calle está dura y me he salido aprisa de los bares
cogida de los brazos y de espaldas como una sombra que no existe.
Qué desastre, nunca fui la niña de cabellos dorados
y bonitas faldas recorriendo un parque tardío.
Oscuros batracios menean sus cuerpos como fingiendo tener sed
y me miran lo absurdo, lo extraño, la escena muriente de casas plateadas
y dolorosas cenicientas vomitando sus terribles esqueletos
mientras pasan riendo
después de haberse mirado en el espejo.
Abro los ojos, abro las manos, qué inútil soy,
mi boca grita, mis huellas gritan, mis pechos gritan,
una turba violenta se acerca a mí, me arrancan los ojos,
las manos, los pechos, está prohibido estar triste,
mientras pasas por aquí y no te incendias
y no te incendias
jamás como yo.




PASA RÁPIDO, LIMA

El recuerdo no es del viento que pasa, sino
que viene
Carlos Oliva


Oscurece el tránsito en una pierna sudorosa
Los buitres sienten mi apellido
Nadie habla mientras agoniza el tiempo,
Como un cráneo que parte al más allá;
Y cumplo con la vida mordiendo cinturas espectrales
Esquinas tumefactas, hinchadas bestias tratando de asfixiar
Su cúpula infinita.
Ya sabes de mí, que corro tras el viento
Hipócrita sombra, dulce cangrejo inmolado de ambulancias
Sordera tras sordera
Yo he de fijar mi palabra en tu sien
Sordera tras sordera
Una bala, un viejo hueco en medio de la calle
Desnudará todos tus vacíos
Y seguirás soñando
Pródigo al asecho de los semáforos y los botes de basura
Muriendo, absorbiendo toda la niebla,
Absorbiendo el silencio de adolescentes engullidos
Por el despojo que domina un cráneo delirante
Seguirás soñando
Seguirás
Torpe, aún impenetrable.




ROCK STAR

para A.H.

Hastío vocal de estridencia y soledad
Eres EMO? Le dice Bukowski a la mitad de mi cuerpo
y la otra mitad se llena de tristeza
pero sabe muy bien que debe aguardar al suicidio
aquel día en que mariposas busquen en tus piernas
un juego no más extraño
que la misma certeza que nos deja abrir los ojos
y entender nuestras ropas raras y nuestros labios pintados.
Me verás tan triste y yo te patearé,
patearé tus espaldas mientras lloro y canto que somos eternos
que somos inmortales, sólo los dos
en una habitación oscura y sin más ruido que Leuzemia o Marilyn Manson
yo te patearé el vientre
hasta que te salgan bellas palomas
que cubran tu cuerpo, tu rostro, tu cintura, tu sexo,
y amanezca pronto,
para decirte que te amo, que no quise golpearte,
que soy un tonto, etc., etc...



DESMORONAMIENTOS



Un elefante camina por la calle.
Una mujer escultural es devorada por el elefante.
El elefante mira el horizonte
y camina muy despacio.

Si sólo pudiéramos hablar
si sólo pudiéramos coger nuestros cadáveres
y arrancarnos la ceniza que ha memorizado los días,
no seríamos aquellos hombres como ahora
aplaudiendo con fuertes vivas
la victoria del elefante
alejándose en medio de la multitud
que vomita sus grilletes.




DESNUDO



quítate la piel
las tripas los ojos
y ponte un alma
si la encuentras

Blanca Varela


Quítate el puñal clavado en tu espalda
quítate el polvo fétido que carcome tu piel
desnúdate el pecho
cambia tu rostro y vuelve al suave ruido que te busca
que te acerca a las absurdas páginas de un diario
que te desmiembra la voz
y luego permanece de pie hasta morir,
morir
y volver a morir
mientras ya no tengas más que quitarte.

Quítate la sombra de encima
destroza tu foto pegada en el espejo
no llores
no seques tus lágrimas imperfectas en esta desolada generación
que ha llamado a renacer
en un palacio de cenizas
y caras cortadas, planeadas para devolver tus huesos húmedos
y tristes
a la misma caja de zapatos
donde alguna vez soñaste que te crecían tibias alas
entre tus cabellos manchados de sangre aún equivocada.

Pues ahora un sonido, cualquier sonido
te hace desaparecer,
desaparecer para siempre.







Parecía una luz tras el sendero









su costumbre de caminar por los puentes
al final de la tarde y su extraño corazón,
semejante a un árbol fuera del universo.
Carlos Guevara






Todo permanece.
La belleza es algo que no existe.

Miguel Ildefonso




INSTANTÁNEA


Nunca he llegado al llanto
ni al silencio
ni a decirte el mito de mi vientre
colmado de estrellas.

Mi gran error
fue crear un paraíso entre tus ojos y los míos
y nunca, nunca
haber podido ingresar en él.




KM. 33



El caballo era unicornio
pero la mañana nos detiene
y uno de nosotros tiene que morir
y tú lees mis poemas
y la vieja ventana del autobús que te llama
a cerrar los ojos
y cebarte este último suspiro
enterrarte bajo la carretera de cisnes
el asiento enlutado de recuerdos
mientras un hombre trata de protegerse de la humedad
de un par de labios llenos de policías y ambulancias rojas
El caballo era unicornio
mientras cuidábamos el cuerpo
como si mañana ya no existiera el mañana,
pero uno tiene que morir,
la nada en las pupilas
intentando gritar nuestra risa desinflada
el frío pasamanos oxidado
donde vomitamos la alucinada realidad de nuestras voces
y quizás una caricia indiferente bajo tu vestido blanco
para dejar este poema entre los rieles
del tren que se aleja
dejando
un corazón
atropellado entre las chacras.





HUARANGO



Piedra sobre piedra, ahogado pez de barro,
volví decapitado buscando una ciudad no más grande que mi sombra
y sólo fui el desierto de tus deseos tras el fugaz intento de crear
un atardecer bajo las flores y acaso a un par de jóvenes
que siguen allí todavía mirando el secreto de la sangre que se extraña
o simplemente el largísimo camino que nos condena
a idear siempre un paraíso
tras la niebla.




LA MUJER DEL PUENTE (6:02PM)


Bajo el puente de Chosica el río se embalsa
y es de sangre,
pero la sangre no me es creída.
José Watanabe



Ella se vio las manos garabateadas de aves, rosas tatuadas en sus ovarios calientes, transita la figura enjuta de un perro que expectora las siluetas acribilladas bajo un poste embarrado de saliva. Cierras tus ojos; el sonido de una piedra ha estallado en el agua. Abres las piernas al viento de la infancia, abres tu cintura a las tristes bestias que no han podido ver el escondite de las tórtolas. Úteros sangran la ciudad, niños deformes corren tras los trenes antes de recordar el rostro de sus estériles madres muertas por el canto del flautista en busca de las ratas que piden piedad y oscurecen. Ella se mira en el agua mansa, suda nostalgia de flores secas y camina por la tenue luz que se ha olvidado de existir bajo el pecho extraño de las sombras. Sobre la tarde los dos miramos con incertidumbre el mismo vacío furibundo del tiempo que nos unge en su enardecido pecho iluminado.




SED

Vendrás a confundir mis palabras
a no dejarme vivir sin crueldad.

María Julia de Ruschi Crespo



Buscabas en los ríos quizá
a la majestuosa mujer que fuiste.

Escondías tus temores bajo una piedra ensangrentada,
era todo noche
mugre, soledad.

El agua
era tu más íntimo deseo.

En el silencio de las piedras,
tus ojos ya no resistían el cielo
tan azul
que condenaba a sonreír.

Te bebes en el agua
y la muerte
ronda tras de ti
como una sombra inalcanzable.

Tu cuerpo
nunca fue una llave.





ELEGÍA



Íbamos a la escuela
todas las tardes antes de crujir una cicatriz
inalcanzable.

Gorriones en la niebla azul
pudieron ser un amor detrás del invierno
o quizás sólo un amor
que nunca pude ver a los ojos.

Sin embargo
íbamos a la escuela
y entre muchos rostros y faldas escocesas
nunca pude olvidar jamás el extraño centro de la tarde.

(Esa tarde me rompieron la cara
por haberte besado el vientre
otra vez, sin permiso.)


Íbamos a la escuela
y muy rápido aprendimos
a quemar sombras en el alba
y a odiar todas las tardes,
la escabrosa intimidad de una presencia
tratando de retroceder su abandono.





MUCHACHA DE ANTEOJOS AZULES (3:45PM)



El río no es un esqueleto de la tarde
ni un caparazón eterno tratando de crear una certeza.
Quizás todo lo que quiero es dormir
y ya me ves aquí entre preámbulos
y azules bestias marchitando
una palabra enterrada en las entrañas,
mi córnea que es tu corazón
y la piel de aquellos tristes infantes ilusionados,
vestidos de un rostro extraño
imitando, irritando, induciendo,
la misma música tan común entre las piernas
y qué duro,
qué duro es ahora escribir debajo de la tierra e imaginar un espejo
reflejando fugazmente una nueva oportunidad
un cuerpo arrodillado sobre una sonrisa, unos cabellos,
un pasaje de regreso,
y el deseo que empalidece los árboles, el cuerpo, la sangre,
mientras me miras
y ya no te la crees.




MUJER DEL BOSQUE

para P.




Sé que ustedes no tienen temor a morir
a que mañana los asalte la duda tras una sombra a media calle
y se pregunten por la luz que les borra el semblante y el recuerdo.

Sé muy bien que hay más en sus mentes
que asfalto enloqueciendo o lentas nostalgias
de la infancia.

Debí hacerme ya pájaro en la frontera animal
que trató de salvar a mi monstruo hecho máscara de piel,
sé que ustedes se verían eternos
con mis palabras etéreas o sólo mi alma
apuntalando sus razones
para luego incendiarlas en un cuerpo sin destierro.

Sé que hay un ánima más perfecta
que mi ignorada presencia,
sé muy bien
qué misión es la que me toca
tras el último sonido
de las flautas.

Al lado de las paredes trituradas de inclemencia
yace mi estatua:
Voces
que me enseñaron a huir tardíamente
de la sinfónica oscuridad
que aún excita mis vacíos
noche tras noche.





CAMPO AZUL




Una roca desmiembra al día, al incólume pasado
De una sombra que vagaba esta ciudad empozada de presagios
Y cuerpos tan blancos como una huella puesta sobre los tejados.
Yo también fui un amanecer de espinas subterráneas, manos incapaces
De retornar a la criatura, ojos que nunca sanan heridas,
Me dirás loco, maldito, tétrico acoso de los labios,
Pero sabes bien que yo no soy el suicida detrás de la ventana
No soy el asesino que ha trasmutado su sombra en tu pecho sudoroso
A medianoche bajo el agua oscura del río.
Una roca desmiembra un corazón
Ahora sí, me dices, ahora sí,
la mandrágora alucinando un farol entre la niebla
Dictará las horas y ya no me verás con aquel rostro sucio
Que dejé frustrado mientras te deseaba aquella noche tan preciada
Donde aún algo parecía hablarme, desnudando sus alas,
Desnudando sus alas, desnudando el revólver que nos ha de crecer
Junto a la memoria de los buitres
Otra vez sintiendo una voz infame a través de la mañana.








Sin llegar a lo invisible








la manera de terminar un poema
como este
es quedarse de pronto
callado.

Charles Bukowski



Yo he venido tan sólo a conocer sus desolados muros
y a morir en ellos, sin sombrero y dorado como el día.

Jorge Eduardo Eielson





PRIMERA ANUNCIACIÓN



El puente azul bajo esta noche
será el pretexto
para prenderle fuego a mi carne.

El río corre, corre fuerte
trae consigo
miembros viriles, mariposas subterráneas
y un sueño.

Me tiraré pronto,
muy pronto.

Está noche cualquier puerta
podrá ser una salida.

Mas mi niña duerme tierna
sobre esta medianoche
donde escapar de la pesadilla
aún me es imposible.





AMANECER EN PUENTE LOS ÁNGELES



La niebla es un cuerpo
detrás del infierno

puedes ser tú
volver al interior de las cosas

quedarte en silencio

morir más tarde

y saber inútilmente
la Verdad:

Hace frío

y la luz
es un ojo que sangra
a lo lejos.





TARGET

para B.G.


Mi cuerpo amaneció hundido en el río.

Miles de mujeres empezaron a llorar
sobre la ropa recién lavada,
los niños jugaban a tirarse barro a la cara
y tú
muy al fondo
reías con mi acto de ilusionismo
aplaudías desnuda una y otra vez.

Te creíste mi victoria,
quizás por eso
tu cartera está repleta
y mi cuerpo fue mordido
por la extraña niña que se quitó el esqueleto
para gritar que ella también tuvo una máscara;
un blanco garabato en el vientre.





BALADA PARA YESELYN




Desnudo, aquí me tienes, las sombras extrañándote otra vez
han desafiado a todos los muros,
mientras él se preguntaba a qué hora abrirías tu sexo
como una boca que irremediablemente será triste, oceánica, infame,
qué tardío será el día,
me han destronado nuevamente los búhos de mi absurdo dolor
mientras escribo aplausos y voces de ovación
para que me arrastren los mismos placeres, la misma sonrisa fingida,
qué triste será el infierno al anochecer una promesa diluida en tus cabellos,
ya lo sabía, miro a tus manos purificando una memoria
y me dices qué asco, qué asco es verte,
pero tú ya sabes que mi ojo retumba como un violín atravesado por espadas
sabes que he llegado sucio y sudoroso a tu coronación,
eras un incendio, una gran ciudad imperceptible, deshabitada,
y yo quise tirarme de aquel quinto piso de un edificio blanco
un 28 de enero de 1999,
ya me veías, reías de mí, de mi fingida oscuridad
y el corazón que se quejaba de un frío tremendo entre las sienes.
Escupiste en medio de la pista
y me gritaste: “así pagamos las vírgenes”
La niebla te había hecho luz;
un extraño corazón
fuera del universo.





LA TERQUEDAD DE LAS VEREDAS



Ya llega el día, mi pierna partida, dolor de búhos
esqueleto maloliente, fuga, incontenible furor de semáforos latiendo,
oigo tu voz y me descuelgo del cielo áspero
y sigo esperando y me petrifico entre cristales marrones,
infinitos ceniceros secando mi piel purificada por los cuervos,
botellas vacías que degradan el limbo,
mi muerte ya no tiene palabras
gestos dispares, una caricia tras el charco amniótico
de tu sueño, no hay más sangre que desnude la arbitraria muerte
de hombres que pasan raudos como lluvia
que ya no respiran las paredes
atolondrado corazón estrangulado, frío, danzante,
esta mañana yo asistiré a tu intento de suicidio
jugaré a juntar música y miel dulcísima debajo de los puentes
no me valdrá de nada alucinar una mujer desnuda a media tarde
a un perro flaco y ojeroso rasgando las distancias,
para llamarte, para latir, para hacerme un gris amanecer,
o sólo odiar mis cicatrices
y despegar un grito inhallable,
para tomarte, para estrellarte, para absorberte entre mis manos
y me haga falta más que un día, una voz que me enreda a los abismos,
el preludio, la misma realidad regada de orillas y de máscaras
y el fantasma eterno y deformado
y el ósculo trágico
y el silencio en la piel que ya no quiero y acaricio,
que aún nos guiña el ojo
y se sube la falda
para que nadie vuelva a la inocencia sin incendiarse primero
con la verdad de una amarilla memoria
que acaso aún camina bajo la terrible lluvia
donde alguna vez perdí mis alas y mi voz.





CHACLACAYO EN MI YUGULAR



Ella ha roto el pozo tierno de la noche y ha disparado un alma
Detrás de la luna.
Qué fácil es abrirte la blusa Durmiente mía, qué fácil,
Decirte las palabras más hermosas a través de una avenida sin desierto.
He cumplido con la vida, incendiado mis riquezas,
Hablo de ti, de las piedras absolutas que parten un cielo vagabundo
Y sigo diciéndote
Que tengo un alma roja tratando de ligar algo entre tus ojos
Y el austero recuerdo de tus manos complicando las nubes.
Ella ha roto el pozo, su nombre me recuerda al verano,
Escarbo entre impertinentes búhos mi historia,
Éste era mi incendio, el polvo que danza, que se revela
Que abre tu blusa oh Durmiente mía,
Queda claro que soy lo que se aleja
He perdido la levedad de las mañanas, ya no río como tú
Encarcelada entre los parques mientras escupes un garabato
Que llamarás amor, murciélago, gran depresión,
Hoy no, hoy no, que me duele la cabeza.
Desnuda, ya nadie te entiende.
Dile adiós a la pampa
Vístete
No me digas jamás que fuiste
Un insomne recuerdo
Antes de cruzar el oscuro umbral de lo jamás nombrado.






LA OTRA ANATOMÍA



Dos de la mañana, apesta a cielo oscuro aún,
las almas cubren su cuerpo de los búhos,
me friega este silencio
y voy escondiéndome entre la hierba,
la angustia se desliza, sabe a rayos
a cabezas solitarias en busca
de húmedas sombras caminando somnolientas
por la calle sin ángeles.
Me toca patear los tachos de basura, no manchar mis labios
con tu silueta inútil,
no encuentro mi vereda,
mi cuerpo se ha confundido en los carteles,
sonrío entre la gente que se desnuda, pasa rápido,
cruza el puente y adiós ya acabó,
papeles manchados de sangre y dinamita,
pétalos fugaces, rabo de paja,
cayó lentamente y nadie ha visto nada, emborrachados,
los murmullos de esa vieja, ya vendrá mi hora,
mutilados pies que han descendido
al barranco, a la playa absurda que remeda sus olas,
señalas tu ombligo inusitado,
lo cubres con tu lengua, dos de la mañana, la pala,
el signo de un beso, ruégale ahora,
se ha vaciado la inmunda alborada,
la culpa no fue tuya, esparce un puñado de claveles,
finge que duermes,
que has subido hasta su cuarto, y sólo la has mirado,
mirado solamente esa inoportuna puerta entreabierta
que es la luz
y quizás tus ojos turbios han soñando otra vez
un amanecer sin más lágrimas
paridas en tu sexo...





NAKED (5:47AM)



Estas calles no son bellas, ni hay un sol eterno,
no sabré nunca en qué tristeza volveré a existir
si mi boca es un trauma insuflado de acoso,
metí la pata entre los cerros
y ahora las palomas se clavan en mis ojos,
picotean mi camisa
y acaso desenterré el mismo insomnio,
la misma tumba que has de nombrar
sobre la inútil penumbra que ya ha heredado tu cuerpo.
Le perteneces a la nada,
te desespera saber de mis heridas,
por dónde me ha de sangrar la cicatriz
la agonía
el olvido,
pero no hay más que un canto
lo que en estas calles he de alzar como una antorcha rebelde
y que tras el ojo final se abrirá y tú y yo, y nadie más verán el amanecer
y claro
la pastilla roja susurrando otra vez nuestros nombres
con sensualidad.





YO QUISE SER EL MUNDO



Otra vez el charco incólume, la patria durmiente,
otra vez noche de asfalto y frontera,
escribo y el desierto hace hombres sin espaldas, estómagos andantes
bajo la frágil garúa que no te ha nombrado, que no te ha dado la Verdad
instalando al ser y la nada, el designio que oscurece un par de ojos vagos
y el tránsito pariendo lascivas estrellas y un muchacho quiso ser el mundo
y se tiró de un puente o salió del cine inflando sus pulmones
a contemplar forzosamente la ciudad y sus cuerpos interiores,
la máscara enjuta de un cielo reventado por las masas
qué sería de mí, sin mis dioses, sin maletines y corbatas,
sin los postes que han predicho en tus ojos un fuego extraño
que ni el sol podrá ver. Es el fin, chocan dos autos
aprieto el acelerador, Lima ha vuelto a ser la extraña humedad de un beso,
apariencia infinita de un abrazo, mirada extraviada soportando una memoria;
ya no hay segunda muerte después del otoño
ni otra muchacha con un sexo sin angustia.
Yo quise ser el mundo detrás de las paredes y los postes sin insomnio
me hablaron de poesía y de mujeres
de borrachos y muñequitas de goma,
pero ahora ya no soy la luz, ahora ya no soy el mundo
ni la sangre derramada que escupo, ni el triste rencor de los que jamás regresan
a la soledad que todos juzgan, violan, tiran al río y olvidan
al perderse la luna detrás de las ventanas
y las eternas velas que aún no terminan de encenderse tras la noche.





AQUÍ SOY YO


No me queda sino
volver al orificio de la bala
y aplaudir
para que sepas que no hay nadie arrodillado
aceptando su derrota.


Anatomía de un vacío - Paolo Astorga


Paolo Astorga

Anatomía de un vacío

(Ediciones lulu, 2006
Ediciones Letra en llamas, 2010)
Para descargar un ejemplar en pdf
sólo haga clic aquí:

HERIDAS NOCTURNAS




Te aplicas a olvidar y lo consigues;
el dolor, un velero que se aleja.
Andrés Neuman


cuando cierras la puerta sobre mi espalda
todas las luces se apagan.
Carlos Wertheman


Pero fue un instante
que estuvimos ilesos.

Julieta Valero







DISCO




En medio de la pista de baile
abres abruptamente los ojos,
y tu cuerpo desaparece entre las sombras verdes
forzada a mirar hacia un espejo.
En medio de voces lacerando tus piernas
bajas la mirada hacia el piso lleno de lamentos,
invisibles cuchillas se hunden en tus labios
y escapas ocultándote el rostro
con tus manos heridas.
En medio de la pista de baile
donde morimos lentamente,
el dolor es un espectáculo divertido,
una paloma blanca olvidada en la inmensa soledad
de una falda rasgada en medio de inútiles calles
mudas ante el eterno llanto de una niña
enterrada en el asfalto.










EL RETORNO


he vuelto por una tarde al pueblo
y mi fervor del regreso se cae a pedazos.
Cristian Cruz





Fueron tus lágrimas duplicando la antigua tristeza de esta urbe,
de estos hombres piratas obligados a vaciar sus pupilas a un vaso
y beberse a sí mismos, como un trago de veneno.
Tus lágrimas que caían al piso e incineraban las huellas puestas
sobre el rencor de tus lamentos.
Tu llanto desgarrando las paredes donde buscabas tu silueta,
tu rostro aún intacto.
Nunca supiste hacia donde quedaba el horizonte.
Volviste de tu propio laberinto
y entonces nos miraste contra la luz
y solos, sin pronunciar una palabra,
vimos un puñado de arena, un reflejo,
un tétrico reflejo,
tentando un espejo agrietado
acariciando tu rostro.
Sólo eso,
sólo tu tristeza volviéndose inocente.








POEMA A UNA FÁBULA VACÍA



Convulsionadas piernas se acercan,
la flama está en la inútil soledad que encontramos al bajar las escaleras
y volver la mirada hacia el amanecer
cuando aúllan nuestros pechos
y desfallecen las aves paralíticas en las ciudades de barro que caen
y contemplan nuestros pies
y muerden nuestras huellas,
por sus bocas preñando un eclipse de fuego.

Ruidos fétidos huyen de tu piel anaranjada
y raspan tus pómulos rosados con la misma mañana
que sonríes mientras los fierros se retuercen.

Un humo negro
no es visto por tus ojos aún inocentes.
Grita una piedra en medio de la pista
y nace tu voz.

El viento sopla los vidrios
y allí no vemos más que cualquier cosa;
un gusano regordete que se mezcla
entre palabras sin seducción.

Ahora volando desde la nada,
no estoy desnudo
no estoy con los ojos cerrados,
pero te veo
desde aquella hoja marrón que siempre baja hasta tu cuello
y te duerme en la arena como
una burbuja, una triste burbuja inocente
y llena de voces ajenas.









PUCCA (FUN LOVE)




Cenizas en mi boca derraman la tristeza de mi polo
una foto en el poste y mi voz como danza rota
escondida en un cadáver a la moda.
Vacía estás como el abismo que se oculta en el sudor de tus manos
quemadas por la indiferencia de aquellos ojos desconocidos
donde no se puede llorar porque está prohibido mientras bailas
en esta discoteca.
Y deseas los bailes cortados con cuchillas eléctricas
mientras arrancan tu voz que grita en el silencio de un baño maloliente
perdidas lágrimas arañando tu cuerpo
perdidas entre la multitud de cadáveres improvisados llenos de sudor
mientras sus rostros desaparecen en un mar de eructos cerveceros
y disparos al aire.
Sonríe. Y detrás de ti
diluye las miradas en tu cara blanca y en tu piel garabateada
por las mismas sombras de donde escapas
y te mueves haciendo sueños
como un niño que hace una burbuja
y llora al estallar. Sonríe, porque tus dientes prueban el piso
mientras te mueves sin compasión
por la soledad de algún espejo, por las calles arremolinadas a un perfume
desasido por las formas que te invaden,
cuando de pronto te das cuenta
que tú también sientes frío
y que tus manos
están llenas de lágrimas rojas,
mientras te vuelves a convencer
que es tu sangre

tu sangre.






MEMORIA



Una imagen que golpea las paredes,
un roedor sin nombre que se esconde en nuestras sombras
inútilmente buscando
otro roedor entre los fragmentos de un vidrio hecho pedazos.

Un retrato que traza tu mano,
una balsa que se aleja para siempre
como un campo de batalla abandonado.

Sólo el fuego que dejaron dos puertos,

un espejo calcinado
otra vez
tendido en el piso,
invadido por estatuas.









ANATOMÍA DE UN VACÍO





Despierto
En el cuerpo que al centro es una luz.

Lilia Díaz C.

deambulo entre las cosas
con un báculo roto
Ignacio Miranda

Algún día, Dios mío, alcanzaremos a decirte
de qué materia estamos hechos.
José Watanabe






FIEL REPRODUCCIÓN DE UN HARAKIRI



Un niño mira un ángel caer a la vereda

Se acerca desesperadamente
un hombre
coge al ángel entre sus hombros
y le arranca una pluma de las alas

El niño
le mira el rostro al ángel
grita un nombre desconocido
y se mata de risa







GUERRA EN EL ESPEJO



A veces cuando escribo entre luciérnagas
una canción me toca el cuello
y me desnudo ante una mosca,
le cuento mis lamentos
el porqué de mis lágrimas.
La mosca siempre vuela indiferente
se va por la ventana.

Duermo entonces
otra vez feliz
sobre un trozo de vidrio ensangrentado.







DESPUÉS DE 50 AÑOS DE NEGACIÓN


Entonces
mis manos cayeron y no vieron sus tristes recuerdos
ahogados en el río.
Una fotografía
que se olvida en el tiempo
y que notas en tu espalda mojada,
todos los días de tu vida.
Viejas canciones que palpitan labios pintados,
y tú
al borde, siempre al borde de un mar que encadena tus costillas,
y que te absorbe
el ave blanca de tu pecho
hasta olvidar
que eres una roca
la memoria de todos los amores que se han lanzado hacia el abismo
acariciando tu silencio.





OTRO




Otro hombre se mira en el espejo
y dice que hay un bastardo que le tapa su reflejo.
Sale fuego por su nariz
y una muchacha que esparce agua por sus pechos,
detrás de las puertas llenas de balas
detrás de la Luna cortada con tijeras
el viento
le hace una seña al hombre,
le señala una caja negra
y un coro de señoras que sonríen
a una hormiga suicidada,
sobre el nombre de su lápida.
El hombre calla
y acaricia al buitre que lo espera
siempre entre la lluvia
con las alas rotas
moviendo sus ojos hacia el cielo.






EXTRAÑO



Vuelvo al bastión de inocentes
y me duermo sobre el pecho de una mujer de piedra
mientras le pregunto si tiene un cigarrillo.
La mujer me regala su mirada
y yo
no tengo escapatoria.
Estoy programado para estallar
como una paloma
al conocer el infinito.





LA SENDA AL CENAR A LAS 8:35 pm




Derrota en todos los ojos
fauces violentas que se acercan.

Mi hermano no puede hacer nada,
yo tampoco.
Si su piel fuera como la mía
si sus ojos fueran como los míos
si sus manos fueran como las mías
nada cambiaría en nuestras entrañas
No volveríamos a ver aquella sombra
No tendríamos porqué comer en el piso
como perros.










EL REGRESO DE UN ÁNGEL DE BATALLA




Y recordé sus alas
y la abracé como un niño, indiferente de las historias de los búhos
o de los párpados que estallan.
La miré sólo a los ojos
para compartir sus lamentos. La acaricié con mis labios
para sentir sus manos ya cansadas de recorrer el laberinto.
He tocado sus alas
y he logrado ver sus ojos débiles y casi partidos
por el murmullo prematuro de un pájaro amarillo.
He dormido esta noche abrigado por su voz suave
y un eclipse nos ha cubierto
con la piel que hacemos al pisar sobre el concreto.
Y he despertado,
y ya no la he visto.
Sólo su triste imagen que se ha robado mis ojos,
me hace desnudarla otra vez
ante una flor recién nacida,
ante una piedra
donde arrojo mis vacíos.







ANATOMÍA DE UN VACÍO



Una chica me mira y está parada en medio de la calle.
Soy el único que se ha salvado de besarla
soy el único
que no se atreve a ver sus cabellos y silbar su sombra.
Una palabra rueda por los charcos de mi estómago
y la chica parada en medio de la calle
no se mueve y me mira.
Los gatos se le acercan con guitarras eléctricas a cantarle una balada.
Un perro le tira un hueso hasta sus piernas.
Un hombre le ha tomado una fotografía.
Soy el único que la mira y no le silba al cuello.
Soy el único que no vuela entre sus ojos,
sólo salgo de la escena corriendo en círculos
buscando mi alma entre las piedras
antes de morir
antes de morder el anzuelo
y enterrar la garza amada de mi vientre,
esperar a la luna anciana otra vez abriendo su pecho interminable.
La chica ha muerto me dice un ciego tocándome el bolsillo.
Yo orgulloso corro a perseguirla
Escarbo sobre una pared su efímero perfume
y sólo humo
sólo barro y cemento
me muestran su cuerpo,
el que nunca deseé como ahora.








CONFESIONES A UN ABISMO






Hay derrumbes de sombra en nuestra casa
Y cuartos silenciosos donde el sol nunca llega.

Luis Luna



Mentira. No matan
el tiempo:
el tiempo es el que los mata.
Alberto Guillén



cuál es la luz
cuál la sombra

Blanca Varela





MISS UNIVERSO

Aún sin estrellas
se sientan a escribir
constelaciones

Inés Cook



Debes estar limpia, con la cara plástica y tu vestido
de hilos morados, las sandalias de cuero de elefante
y el brillante collar de perlas azules.
No, no lloriquees, debes caminar por esa pasarela de fuego rojo
y sonreír a un par de buitres de madera, mover tus manos
hasta acariciar las luces que incineran tus ojos.
Tus cabellos no deben sentir el dolor de la calle, y tu corona
no debe caer en el espejo de tus palabras
contra la guerra en Irak.
Resiste toda la saliva que araña tu garganta
y tus entrañas vacías, mientras un látigo te azota las piernas,
y no llores porque estás sonriendo al jurado que aúlla a tus ovarios
y te escupe desde sus máscaras
y te despedazas en silencio
y te atemoriza morir de sobredosis,
pero no puedes hacer nada
la corona es más fuerte que todas las sombras
que detrás de ti te piden perdón y tratan de acariciar
el moretón de tu rostro que no deja de fingir.







VELO



A él lo imaginabas sin manos ni piernas
como un poema que se recuesta entre la luna estéril
que se hunde bajo las lágrimas de un niño iraquí.
Veías sus heridas
a su madre muerta a su costado
a su padre preso por un plato de comida
a su abuelo, la caja negra donde colecta
las fracturas de su voz.

Y ya nadie, detrás y delante, ya nadie.

Aún el aliento que huye por las ventanas
y las moscas que regresan a su piel,
gritos que ahogan sus entrañas,
debajo muy debajo
una tierna palabra derrotada
que parece hacerlo dormir.





TANGO MALVA




Copas estallando eternamente en silencio.
Mil bocas soplan tus cabellos y mis vacíos se llenan de ceniza.
Tus brazos se alzan y brota un bosque triste ascendido en la memoria
del piso secreto
sobre la oscura danza eterna que te mueve los pies,
que te hace gritar las llamas que arden los trajes
que arden las sombras que se pierden en tus ojos malva
que nunca te han dejado respirar.
Son una utopía tus labios, mientras las bestias queman sus gargantas
y borran tus huellas,
tus palabras asechando una copa vacía en el cemento.
Bailas, bailas, caes al piso,
y tu sombra
atrás
ya se ha aventado al vacío, y no has podido llorar
no has podido oír siquiera la infinita acequia que recorrió en algún momento
tu ternura.





LA REALIDAD DE UNA ENREDADERA



Una quinceañera todos dicen,
siempre alegre
de blanco, siempre de blanco
a las doce
una chica feliz, que todo lo puede,
nuestra reina

En la soledad
sin embargo
todo lo contrario, todo lo contrario

Por fin uno puede llorar






LA CIUDAD FANTASMA




Sólo encuentras aquí carne
un amargo trozo de carne que se ofrece sobre troncos secos
y llora mientras ríe
mientras su cartera se llena
y sus ojos se hunden en los ceniceros.
Sentías que tu cuerpo tenía un nombre
pero aquí no había más que caminos enrejados e infinitas faldas,
aquí sólo viste espejos esparcidos al azar,
miles de ratas lastimándote los ojos.
Calles invisibles, ciudades fantasmas clavando tus espaldas.
Sólo recuerdos que se erigen sobre la farsante alegría
que brota de las paredes, una bola de estambre que se mancha de sangre
una historia frustrada que recorre tus manos frías,
tus pies disueltos en el alcohol de un tibio vaso de cerveza
mientras ya no es un trozo de carne lo que encuentras,
sino simples sombras,
simples sombras que se van con tu cuerpo
muriendo sobre la mano que se entrega
a una palabra mutilada por la nieve.






UNA PUERTA QUE SE CIERRA




Sólo cae una cuerda,
y todo el universo abre nuevamente sus heridas.
Formas desnudas atraviesan su lengua
y ciegos retratos se abstraen en una sílaba.
Sólo cae una cuerda
y todo el humo de su cara se desprende de nuestras tristes bocas desgarradas
por un tornado amarillo
un río que se posa en tus rodillas
que se seca entre cáptus agitados por la enfurecida caricia de una mano.
Ramas llenas de recuerdos atraviesan tus oídos
te besan los pies,
cuando empiezas a sonreír con inseguridad,
cuando abres los ojos sentada sobre una piedra
y piensas
y piensas
si será rápida tu muerte.








TÚNELES




Fueron años para locos
estos serán para recuerdos
José Antonio Rodriguez Valero




INSTINTO

Aquí no queda nada,
no hay más que plumas de un cisne hambriento de belleza
no hay más que palabras
estrelladas contra la pared.
Pero aún así, hay siempre una marca,
una pequeña mancha que arde en la piel,
siempre
el inútil secreto
para no dejar de lanzar piedras al río.



ALBA

Dos venas cortadas
en medio de las calles
mientras arden las hogueras
y el mar se hace perfecto,
perfecto.



NO SÉ SI SOY YO EL QUE TE LLEVA DE LA MANO



No sé si soy yo el que te lleva de la mano
hasta aquella montaña en llamas.
No lo sé hasta llegar a sangrar mis lágrimas
y ver tu rostro jugar a buscar una palabra
para abrir una ventana rota,
y ver tus rodillas dañadas por la sombra que revela tu distancia.
No sé si aún respiras
o si ya has acabado de pintar con tu sudor las figuras verdes
que volaron cual palomas vencidas hacia un árbol.
Aún no entiendo tu silencio que aprieta mi correa.
No sé por qué no vuelas
por qué no puedes caminar por estas calles
sin mirar hacia atrás y recoger eternamente tus huellas.
No sé si te estoy tomando de la mano, ni si soy yo
el que se está disolviendo en esta nube de polvo.
Mis ojos parecen ceder otra vez
a la misma tonada que enfría tus pómulos,
mientras caminamos desnudos y con hambre
hacia la orilla salvaje de un dedo.





MIRANDO EL HORIZONTE




Héroes ebrios e inocentes duermen sobre las esquinas,
abrazando fuertemente sus sueños.
Miro acercarse el perfume baldío de la pólvora,
intocables caminos de arena que cubren tus cabellos
una fuerte roca en medio de la calle
que nos señala a los ojos la pequeña flama que aviva en nuestros vientres.
Miro a los locos burlar la realidad
y hacer un reino debajo de los puentes.
Camino perdido por la ciudad que me arranca las manos.
Miro a un perro persiguiendo su cola,
un ave que agoniza en el césped,
y detrás de una torre embarrada de plástico
una campana a punto de rugir sobre un cuerpo ajeno.






BOCACALLE


La luz no se extiende
es como una montaña lejana desde nuestras manos.
Un cuerpo que asciende entre nosotros
un pequeño tiritar del agua del río
donde no hay sino palabras
y nuestras antiguas voces que queremos atrapar nuevamente.
Dos maderas cruzadas
son como una señal
que nos llega a abrir los ojos
y que luego se consume en el fuego de la hoguera solitaria, fría.
Dos hombres
se miran apuntándose con dos revólveres.
Saben que uno debe morir
que las lágrimas
ya no volverán a hacer crecer las flores nuevamente,
porque de sus hombros nacen los hilos invisibles
que todos notan
pero que callan por temor a ser expatriados hacia
los basurales.

Pues, desde esa espada de plástico,
bajo esta ciudad,
te das cuenta por fin
que eres sólo un simple pronombre
que se olvida sin descanso.