miércoles, 29 de diciembre de 2010

Sin Llegar a lo invisible - Paolo Astorga


Paolo Astorga

Sin llegar a lo invisible
(Editorial electrónica Remolinos, 2008
Ediciones Letra en llamas, 2010)

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Para Isabel, a pesar de los desmanes.

A los poetas cantuteños para que nadie toque esa herida.





Para comenzar la espera





Cuando amanezca si amanece estaré partiendo
A una ciudad donde las sombras no precisen de sus cuerpos

Jorge Luis Roncal


No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie.
No duerme nadie.

Federico García Lorca






PRIMER MINUTO




Arrastro un cuerpo herido, mil voces maldecidas de quebranto,
arrastro un verbo silencioso, ardor de muelas detrás del infinito,
el árbol que canta tu ignorancia, la vereda encharcada nos dice lo mismo
volver a ser eternos nos será imposible y no habrá retroceso
para la carne que se aglutina en nuestros puños, voces, voces,
largas voces destruyeron falsas miradas de nostalgia,
he muerto por un miserable plato de comida
y digo salud a todos y digo salud a todos,
que mi carne es dulce y trato de correr detrás de los espejos
mi boca enllamada de soles finge sordera, finge soledad
abrí las piernas mujer, abrí las piernas,
dolorosas calandrias sucumbieron ante la sangre de los arbustos azules
Diosa mía, qué razón hay sin ti ni tus vestidos estrellados?
Diosa mía, mis ángeles te devoran, te desmiembran mientras cantan
que hemos perdido la batalla, que nos han cortado las manos
y acaso todavía surge de este infierno una flor
que nadie sabrá nombrar
sin antes haber ahogado en el río
el mismo ataúd que se ha enfrentado a la tarde
tan sólo para crear una palabra no menos luminosa
que una sonrisa distante, deformada por la niebla.




FUGAZ OJO A LA DERIVA


Alzo mi mano y me revientan a patadas las estrellas
He logrado callar la enfurecida memoria de los pinos
Y la lúgubre sensación de volver a ser un retrato extraño
Increpando un rumor lejano, la magnolia que desiste en su morir
Y tal vez el deseo que aún nos clava su aliento en lo más profundo
Del alma.

Una bella muchacha recolecta flores a media tarde
Cruza un puente blanco
Me mira, me desviste, me hace un dios encarcelado
En la luz estupefacta apuñalando los nombres
Mientras desciende la niebla.

Alzo mi mano y me destruyen los buitres,
Sabes que aún te espero
Pero igual cierra tu boca
Cuando veas mi rostro esperando una respuesta
Un sueño, una absurda soledad tratando de brillar en el vacío.




IDILIO




Buscar el río a prisa de elefante y sortear esta pradera
de cemento, es hacer el día y la lluvia que atardece en un ojo.
Fuimos niebla, pintura de labios
y a veces cielo adelgazado por el mundo;
sigo de frente besando ángeles decapitados, mujeres-falda,
mujeres-víbora y no tengo antorcha ni estrella ahorcada
por un fantasma diluyendo su lengua entre las espaldas infieles
tras la calle.

No he vuelto en busca del ser que destruí.
No he logrado encender inusitadas velas
absorbiendo el sangrado eterno
de una entraña lejana.

Brilló mi mariposa dorada
brilló mi enclave con Dios,
mi cadena llena de goce,
y sigo caminando por la hierba,
la luna licua una pestaña
y ya soy el ser
ya soy la ceniza
que empieza de nuevo.






TORRE INCIERTA



Alguna vez los ríos fueron eternos como bellas manos
disueltas en el cielo.
Supe del grito atrapado en las veredas
y alguna vez volví como queriéndote abrazar en medio de la lluvia
sin mirar nada más que tu rostro
y mi corazón al borde de la histeria, recordando.
Supe de las inevitables brasas que aún existían en mi sueño
y la insomne oscuridad
que nunca pudo transformar mi programado cuerpo
para que lo toques y no te incendies
para que me desnudes sin perder tu sonrisa inhóspita
abrir violentamente las piernas de esta ciudad inacabable
y acaso sonar todavía una campana
que ya no existe en el desquicie.





ORACIÓN


Dame fuerza para encontrar esa mañana
Donde dejaste una paloma desecha por el tiempo,
Dame fuerza para dejar mis manos en aquellos árboles amarillos
Donde colgamos una sombra desnuda latiendo,
Dame el sigilo de los que no te temen,
Dame la hora precisa para asechar un revólver hecho de victoria,
Dame la luz, dame el sol, el cielo, el polvo,
Finge que me oyes
Pero dame un cuerpo,
¡Oh inmortal incendio...!




SENTADO EN UNA PIEDRA DE LA CALLE LOS CIPRESES



Antes ya habías abierto aquí un pecho, el desearte fue tremendo
La luna increpaba su desprecio,
La misma ruptura entre la deformada primavera
Y esta soledad que derretía las sombras; sólo me acuerdo de ti,
Me duele estar de pie y cantar mis versos tratando de vestirte de fuego,
Mi oscura retina que avanzaba en su condena
Mientras tú seguías inventando un parque
Una vigilia de estrellas heredadas del silencio
Un nombre
Que ya no explicaba nada sobre esta absurda vereda
Que calcina una mirada imperceptible
Una vieja máscara que el viento arrastra
Y brilla mi gloria, brillan mis señales
La tristeza de esperarte todas las noches siempre desnuda y sin espejos
Mientras te detenías en mi pecho
Y todo era por fin un recuerdo
Una frontera que jamás terminaba de aventarnos al invierno
Para despertar sobre una piedra
Y oscurecer allí otro rostro negado por los árboles.



ENTRE PALABRAS


Dicen que aquí hubo una flor
un ojo
un labio sangrando
de miseria.

Qué difícil fue decirte
que me estaba muriendo
tras un árbol amarillo.








Falsas contemplaciones




se necesita el don
para entrar en la charca
Blanca Varela



Solo sé que debo beber mi infancia
y desaparecer ante los millones de ojos
de aves rapiñas de esta ciudad.
Augusto Rodríguez




POEMA PARA UNA MUJER SIN ZAPATOS



Pútrido color sin halo, el absurdo tiritar de los caballos,
ya llega el día acostúmbrate máscara de hambrunas
los que te tocan juegan con la muerte y sigues así,
era la luz y yo sólo veía un corazón atravesado por espaldas
seguir leyendo esta condena desde mi tumba desierta,
quiero entender tu herida
dejar mis extrañas palabras en un inútil verano,
atrapado entre falaces bestias,
muevo mi cuerpo, muevo mis manos,
y el mundo quema, incendia relojes hasta olvidar
que fui feliz, comí un helado, burle la muerte, fui cielo estrellado,
canto sagrado de esquinas imperfectas,
mis entrañas esconden un destierro,
lunas suicidas, ¡Óiganme por favor!,
dulce será el sol si sólo abrimos la boca, dulce, dulce este instante,
mientras la sangre ya no refleje esa verdad que nos quema los labios
y nos hace aparentar un rumbo tras el viento.




PRELUDIO



Fumar, fumar tan lento el aleteo inusitado de la muerte
diluirse es echar raíces sobre el desierto más abrupto,
coger el llanto insuficiente
y oler el fugaz perfume de un cuerpo que mira a la nada.

El cielo ha varado
tiburones con esquirlas de eclipse,
blandas flautas ultrajadas de espaldazos,
no me agita ya la sangre derramada
la absurda brillantez de un ojo que vomita
su corona sobre mi sombra conjugando más postes,
más lobos en la garganta para destruir el laberinto
y hacer perpetuo este desastre.




PUESTO DE PERIÓDICOS



Renacuajo de espasmos matutinos, te incendia mi mirada
el comer dolor y aplastarlo todavía más allá como un brujo que emprende
un viaje sin morder el ojo insuficiente, despreciado por el tiempo,
lobos plateados en un óvulo fantástico de esperma que encabrita lunas,
árboles, rasguños de cielo, casas vacías donde parieron mi enorme huella
abstraída de la nada, un cuadro de hermosos sexos ostentosos
como el deseo de patear una pelota a media tarde
y llorar después de comer rostros,
objetos que no abren sus turbias almas y comer en símbolo,
flameando un pecho, un ¡Viva el Perú carajo!
Y continuar con la yugular reteniendo el universo,
comer en símbolo un accidente de tránsito sin escribir cuántos murieron,
cuántos aún me escupen a la cara por decirles que los amo
y que muy en el fondo apuñalo grotescamente su silencio,
la hipócrita sombra escondida
diseñando una mañana en el desquicie del resentimiento
y un nuevo titular desgastando todas las memorias.






UNA MUJER MARRÓN AL ATARDECER



Qué desastre más grande andar con las piernas abiertas
y sangrarlo todo
mientras el sol atraviesa mis ojos y devela a los muertos rubios
que me lamen con violencia y soy presa de los semáforos
y las angostas calles que me han arruinado el maquillaje.
La calle está dura y me he salido aprisa de los bares
cogida de los brazos y de espaldas como una sombra que no existe.
Qué desastre, nunca fui la niña de cabellos dorados
y bonitas faldas recorriendo un parque tardío.
Oscuros batracios menean sus cuerpos como fingiendo tener sed
y me miran lo absurdo, lo extraño, la escena muriente de casas plateadas
y dolorosas cenicientas vomitando sus terribles esqueletos
mientras pasan riendo
después de haberse mirado en el espejo.
Abro los ojos, abro las manos, qué inútil soy,
mi boca grita, mis huellas gritan, mis pechos gritan,
una turba violenta se acerca a mí, me arrancan los ojos,
las manos, los pechos, está prohibido estar triste,
mientras pasas por aquí y no te incendias
y no te incendias
jamás como yo.




PASA RÁPIDO, LIMA

El recuerdo no es del viento que pasa, sino
que viene
Carlos Oliva


Oscurece el tránsito en una pierna sudorosa
Los buitres sienten mi apellido
Nadie habla mientras agoniza el tiempo,
Como un cráneo que parte al más allá;
Y cumplo con la vida mordiendo cinturas espectrales
Esquinas tumefactas, hinchadas bestias tratando de asfixiar
Su cúpula infinita.
Ya sabes de mí, que corro tras el viento
Hipócrita sombra, dulce cangrejo inmolado de ambulancias
Sordera tras sordera
Yo he de fijar mi palabra en tu sien
Sordera tras sordera
Una bala, un viejo hueco en medio de la calle
Desnudará todos tus vacíos
Y seguirás soñando
Pródigo al asecho de los semáforos y los botes de basura
Muriendo, absorbiendo toda la niebla,
Absorbiendo el silencio de adolescentes engullidos
Por el despojo que domina un cráneo delirante
Seguirás soñando
Seguirás
Torpe, aún impenetrable.




ROCK STAR

para A.H.

Hastío vocal de estridencia y soledad
Eres EMO? Le dice Bukowski a la mitad de mi cuerpo
y la otra mitad se llena de tristeza
pero sabe muy bien que debe aguardar al suicidio
aquel día en que mariposas busquen en tus piernas
un juego no más extraño
que la misma certeza que nos deja abrir los ojos
y entender nuestras ropas raras y nuestros labios pintados.
Me verás tan triste y yo te patearé,
patearé tus espaldas mientras lloro y canto que somos eternos
que somos inmortales, sólo los dos
en una habitación oscura y sin más ruido que Leuzemia o Marilyn Manson
yo te patearé el vientre
hasta que te salgan bellas palomas
que cubran tu cuerpo, tu rostro, tu cintura, tu sexo,
y amanezca pronto,
para decirte que te amo, que no quise golpearte,
que soy un tonto, etc., etc...



DESMORONAMIENTOS



Un elefante camina por la calle.
Una mujer escultural es devorada por el elefante.
El elefante mira el horizonte
y camina muy despacio.

Si sólo pudiéramos hablar
si sólo pudiéramos coger nuestros cadáveres
y arrancarnos la ceniza que ha memorizado los días,
no seríamos aquellos hombres como ahora
aplaudiendo con fuertes vivas
la victoria del elefante
alejándose en medio de la multitud
que vomita sus grilletes.




DESNUDO



quítate la piel
las tripas los ojos
y ponte un alma
si la encuentras

Blanca Varela


Quítate el puñal clavado en tu espalda
quítate el polvo fétido que carcome tu piel
desnúdate el pecho
cambia tu rostro y vuelve al suave ruido que te busca
que te acerca a las absurdas páginas de un diario
que te desmiembra la voz
y luego permanece de pie hasta morir,
morir
y volver a morir
mientras ya no tengas más que quitarte.

Quítate la sombra de encima
destroza tu foto pegada en el espejo
no llores
no seques tus lágrimas imperfectas en esta desolada generación
que ha llamado a renacer
en un palacio de cenizas
y caras cortadas, planeadas para devolver tus huesos húmedos
y tristes
a la misma caja de zapatos
donde alguna vez soñaste que te crecían tibias alas
entre tus cabellos manchados de sangre aún equivocada.

Pues ahora un sonido, cualquier sonido
te hace desaparecer,
desaparecer para siempre.







Parecía una luz tras el sendero









su costumbre de caminar por los puentes
al final de la tarde y su extraño corazón,
semejante a un árbol fuera del universo.
Carlos Guevara






Todo permanece.
La belleza es algo que no existe.

Miguel Ildefonso




INSTANTÁNEA


Nunca he llegado al llanto
ni al silencio
ni a decirte el mito de mi vientre
colmado de estrellas.

Mi gran error
fue crear un paraíso entre tus ojos y los míos
y nunca, nunca
haber podido ingresar en él.




KM. 33



El caballo era unicornio
pero la mañana nos detiene
y uno de nosotros tiene que morir
y tú lees mis poemas
y la vieja ventana del autobús que te llama
a cerrar los ojos
y cebarte este último suspiro
enterrarte bajo la carretera de cisnes
el asiento enlutado de recuerdos
mientras un hombre trata de protegerse de la humedad
de un par de labios llenos de policías y ambulancias rojas
El caballo era unicornio
mientras cuidábamos el cuerpo
como si mañana ya no existiera el mañana,
pero uno tiene que morir,
la nada en las pupilas
intentando gritar nuestra risa desinflada
el frío pasamanos oxidado
donde vomitamos la alucinada realidad de nuestras voces
y quizás una caricia indiferente bajo tu vestido blanco
para dejar este poema entre los rieles
del tren que se aleja
dejando
un corazón
atropellado entre las chacras.





HUARANGO



Piedra sobre piedra, ahogado pez de barro,
volví decapitado buscando una ciudad no más grande que mi sombra
y sólo fui el desierto de tus deseos tras el fugaz intento de crear
un atardecer bajo las flores y acaso a un par de jóvenes
que siguen allí todavía mirando el secreto de la sangre que se extraña
o simplemente el largísimo camino que nos condena
a idear siempre un paraíso
tras la niebla.




LA MUJER DEL PUENTE (6:02PM)


Bajo el puente de Chosica el río se embalsa
y es de sangre,
pero la sangre no me es creída.
José Watanabe



Ella se vio las manos garabateadas de aves, rosas tatuadas en sus ovarios calientes, transita la figura enjuta de un perro que expectora las siluetas acribilladas bajo un poste embarrado de saliva. Cierras tus ojos; el sonido de una piedra ha estallado en el agua. Abres las piernas al viento de la infancia, abres tu cintura a las tristes bestias que no han podido ver el escondite de las tórtolas. Úteros sangran la ciudad, niños deformes corren tras los trenes antes de recordar el rostro de sus estériles madres muertas por el canto del flautista en busca de las ratas que piden piedad y oscurecen. Ella se mira en el agua mansa, suda nostalgia de flores secas y camina por la tenue luz que se ha olvidado de existir bajo el pecho extraño de las sombras. Sobre la tarde los dos miramos con incertidumbre el mismo vacío furibundo del tiempo que nos unge en su enardecido pecho iluminado.




SED

Vendrás a confundir mis palabras
a no dejarme vivir sin crueldad.

María Julia de Ruschi Crespo



Buscabas en los ríos quizá
a la majestuosa mujer que fuiste.

Escondías tus temores bajo una piedra ensangrentada,
era todo noche
mugre, soledad.

El agua
era tu más íntimo deseo.

En el silencio de las piedras,
tus ojos ya no resistían el cielo
tan azul
que condenaba a sonreír.

Te bebes en el agua
y la muerte
ronda tras de ti
como una sombra inalcanzable.

Tu cuerpo
nunca fue una llave.





ELEGÍA



Íbamos a la escuela
todas las tardes antes de crujir una cicatriz
inalcanzable.

Gorriones en la niebla azul
pudieron ser un amor detrás del invierno
o quizás sólo un amor
que nunca pude ver a los ojos.

Sin embargo
íbamos a la escuela
y entre muchos rostros y faldas escocesas
nunca pude olvidar jamás el extraño centro de la tarde.

(Esa tarde me rompieron la cara
por haberte besado el vientre
otra vez, sin permiso.)


Íbamos a la escuela
y muy rápido aprendimos
a quemar sombras en el alba
y a odiar todas las tardes,
la escabrosa intimidad de una presencia
tratando de retroceder su abandono.





MUCHACHA DE ANTEOJOS AZULES (3:45PM)



El río no es un esqueleto de la tarde
ni un caparazón eterno tratando de crear una certeza.
Quizás todo lo que quiero es dormir
y ya me ves aquí entre preámbulos
y azules bestias marchitando
una palabra enterrada en las entrañas,
mi córnea que es tu corazón
y la piel de aquellos tristes infantes ilusionados,
vestidos de un rostro extraño
imitando, irritando, induciendo,
la misma música tan común entre las piernas
y qué duro,
qué duro es ahora escribir debajo de la tierra e imaginar un espejo
reflejando fugazmente una nueva oportunidad
un cuerpo arrodillado sobre una sonrisa, unos cabellos,
un pasaje de regreso,
y el deseo que empalidece los árboles, el cuerpo, la sangre,
mientras me miras
y ya no te la crees.




MUJER DEL BOSQUE

para P.




Sé que ustedes no tienen temor a morir
a que mañana los asalte la duda tras una sombra a media calle
y se pregunten por la luz que les borra el semblante y el recuerdo.

Sé muy bien que hay más en sus mentes
que asfalto enloqueciendo o lentas nostalgias
de la infancia.

Debí hacerme ya pájaro en la frontera animal
que trató de salvar a mi monstruo hecho máscara de piel,
sé que ustedes se verían eternos
con mis palabras etéreas o sólo mi alma
apuntalando sus razones
para luego incendiarlas en un cuerpo sin destierro.

Sé que hay un ánima más perfecta
que mi ignorada presencia,
sé muy bien
qué misión es la que me toca
tras el último sonido
de las flautas.

Al lado de las paredes trituradas de inclemencia
yace mi estatua:
Voces
que me enseñaron a huir tardíamente
de la sinfónica oscuridad
que aún excita mis vacíos
noche tras noche.





CAMPO AZUL




Una roca desmiembra al día, al incólume pasado
De una sombra que vagaba esta ciudad empozada de presagios
Y cuerpos tan blancos como una huella puesta sobre los tejados.
Yo también fui un amanecer de espinas subterráneas, manos incapaces
De retornar a la criatura, ojos que nunca sanan heridas,
Me dirás loco, maldito, tétrico acoso de los labios,
Pero sabes bien que yo no soy el suicida detrás de la ventana
No soy el asesino que ha trasmutado su sombra en tu pecho sudoroso
A medianoche bajo el agua oscura del río.
Una roca desmiembra un corazón
Ahora sí, me dices, ahora sí,
la mandrágora alucinando un farol entre la niebla
Dictará las horas y ya no me verás con aquel rostro sucio
Que dejé frustrado mientras te deseaba aquella noche tan preciada
Donde aún algo parecía hablarme, desnudando sus alas,
Desnudando sus alas, desnudando el revólver que nos ha de crecer
Junto a la memoria de los buitres
Otra vez sintiendo una voz infame a través de la mañana.








Sin llegar a lo invisible








la manera de terminar un poema
como este
es quedarse de pronto
callado.

Charles Bukowski



Yo he venido tan sólo a conocer sus desolados muros
y a morir en ellos, sin sombrero y dorado como el día.

Jorge Eduardo Eielson





PRIMERA ANUNCIACIÓN



El puente azul bajo esta noche
será el pretexto
para prenderle fuego a mi carne.

El río corre, corre fuerte
trae consigo
miembros viriles, mariposas subterráneas
y un sueño.

Me tiraré pronto,
muy pronto.

Está noche cualquier puerta
podrá ser una salida.

Mas mi niña duerme tierna
sobre esta medianoche
donde escapar de la pesadilla
aún me es imposible.





AMANECER EN PUENTE LOS ÁNGELES



La niebla es un cuerpo
detrás del infierno

puedes ser tú
volver al interior de las cosas

quedarte en silencio

morir más tarde

y saber inútilmente
la Verdad:

Hace frío

y la luz
es un ojo que sangra
a lo lejos.





TARGET

para B.G.


Mi cuerpo amaneció hundido en el río.

Miles de mujeres empezaron a llorar
sobre la ropa recién lavada,
los niños jugaban a tirarse barro a la cara
y tú
muy al fondo
reías con mi acto de ilusionismo
aplaudías desnuda una y otra vez.

Te creíste mi victoria,
quizás por eso
tu cartera está repleta
y mi cuerpo fue mordido
por la extraña niña que se quitó el esqueleto
para gritar que ella también tuvo una máscara;
un blanco garabato en el vientre.





BALADA PARA YESELYN




Desnudo, aquí me tienes, las sombras extrañándote otra vez
han desafiado a todos los muros,
mientras él se preguntaba a qué hora abrirías tu sexo
como una boca que irremediablemente será triste, oceánica, infame,
qué tardío será el día,
me han destronado nuevamente los búhos de mi absurdo dolor
mientras escribo aplausos y voces de ovación
para que me arrastren los mismos placeres, la misma sonrisa fingida,
qué triste será el infierno al anochecer una promesa diluida en tus cabellos,
ya lo sabía, miro a tus manos purificando una memoria
y me dices qué asco, qué asco es verte,
pero tú ya sabes que mi ojo retumba como un violín atravesado por espadas
sabes que he llegado sucio y sudoroso a tu coronación,
eras un incendio, una gran ciudad imperceptible, deshabitada,
y yo quise tirarme de aquel quinto piso de un edificio blanco
un 28 de enero de 1999,
ya me veías, reías de mí, de mi fingida oscuridad
y el corazón que se quejaba de un frío tremendo entre las sienes.
Escupiste en medio de la pista
y me gritaste: “así pagamos las vírgenes”
La niebla te había hecho luz;
un extraño corazón
fuera del universo.





LA TERQUEDAD DE LAS VEREDAS



Ya llega el día, mi pierna partida, dolor de búhos
esqueleto maloliente, fuga, incontenible furor de semáforos latiendo,
oigo tu voz y me descuelgo del cielo áspero
y sigo esperando y me petrifico entre cristales marrones,
infinitos ceniceros secando mi piel purificada por los cuervos,
botellas vacías que degradan el limbo,
mi muerte ya no tiene palabras
gestos dispares, una caricia tras el charco amniótico
de tu sueño, no hay más sangre que desnude la arbitraria muerte
de hombres que pasan raudos como lluvia
que ya no respiran las paredes
atolondrado corazón estrangulado, frío, danzante,
esta mañana yo asistiré a tu intento de suicidio
jugaré a juntar música y miel dulcísima debajo de los puentes
no me valdrá de nada alucinar una mujer desnuda a media tarde
a un perro flaco y ojeroso rasgando las distancias,
para llamarte, para latir, para hacerme un gris amanecer,
o sólo odiar mis cicatrices
y despegar un grito inhallable,
para tomarte, para estrellarte, para absorberte entre mis manos
y me haga falta más que un día, una voz que me enreda a los abismos,
el preludio, la misma realidad regada de orillas y de máscaras
y el fantasma eterno y deformado
y el ósculo trágico
y el silencio en la piel que ya no quiero y acaricio,
que aún nos guiña el ojo
y se sube la falda
para que nadie vuelva a la inocencia sin incendiarse primero
con la verdad de una amarilla memoria
que acaso aún camina bajo la terrible lluvia
donde alguna vez perdí mis alas y mi voz.





CHACLACAYO EN MI YUGULAR



Ella ha roto el pozo tierno de la noche y ha disparado un alma
Detrás de la luna.
Qué fácil es abrirte la blusa Durmiente mía, qué fácil,
Decirte las palabras más hermosas a través de una avenida sin desierto.
He cumplido con la vida, incendiado mis riquezas,
Hablo de ti, de las piedras absolutas que parten un cielo vagabundo
Y sigo diciéndote
Que tengo un alma roja tratando de ligar algo entre tus ojos
Y el austero recuerdo de tus manos complicando las nubes.
Ella ha roto el pozo, su nombre me recuerda al verano,
Escarbo entre impertinentes búhos mi historia,
Éste era mi incendio, el polvo que danza, que se revela
Que abre tu blusa oh Durmiente mía,
Queda claro que soy lo que se aleja
He perdido la levedad de las mañanas, ya no río como tú
Encarcelada entre los parques mientras escupes un garabato
Que llamarás amor, murciélago, gran depresión,
Hoy no, hoy no, que me duele la cabeza.
Desnuda, ya nadie te entiende.
Dile adiós a la pampa
Vístete
No me digas jamás que fuiste
Un insomne recuerdo
Antes de cruzar el oscuro umbral de lo jamás nombrado.






LA OTRA ANATOMÍA



Dos de la mañana, apesta a cielo oscuro aún,
las almas cubren su cuerpo de los búhos,
me friega este silencio
y voy escondiéndome entre la hierba,
la angustia se desliza, sabe a rayos
a cabezas solitarias en busca
de húmedas sombras caminando somnolientas
por la calle sin ángeles.
Me toca patear los tachos de basura, no manchar mis labios
con tu silueta inútil,
no encuentro mi vereda,
mi cuerpo se ha confundido en los carteles,
sonrío entre la gente que se desnuda, pasa rápido,
cruza el puente y adiós ya acabó,
papeles manchados de sangre y dinamita,
pétalos fugaces, rabo de paja,
cayó lentamente y nadie ha visto nada, emborrachados,
los murmullos de esa vieja, ya vendrá mi hora,
mutilados pies que han descendido
al barranco, a la playa absurda que remeda sus olas,
señalas tu ombligo inusitado,
lo cubres con tu lengua, dos de la mañana, la pala,
el signo de un beso, ruégale ahora,
se ha vaciado la inmunda alborada,
la culpa no fue tuya, esparce un puñado de claveles,
finge que duermes,
que has subido hasta su cuarto, y sólo la has mirado,
mirado solamente esa inoportuna puerta entreabierta
que es la luz
y quizás tus ojos turbios han soñando otra vez
un amanecer sin más lágrimas
paridas en tu sexo...





NAKED (5:47AM)



Estas calles no son bellas, ni hay un sol eterno,
no sabré nunca en qué tristeza volveré a existir
si mi boca es un trauma insuflado de acoso,
metí la pata entre los cerros
y ahora las palomas se clavan en mis ojos,
picotean mi camisa
y acaso desenterré el mismo insomnio,
la misma tumba que has de nombrar
sobre la inútil penumbra que ya ha heredado tu cuerpo.
Le perteneces a la nada,
te desespera saber de mis heridas,
por dónde me ha de sangrar la cicatriz
la agonía
el olvido,
pero no hay más que un canto
lo que en estas calles he de alzar como una antorcha rebelde
y que tras el ojo final se abrirá y tú y yo, y nadie más verán el amanecer
y claro
la pastilla roja susurrando otra vez nuestros nombres
con sensualidad.





YO QUISE SER EL MUNDO



Otra vez el charco incólume, la patria durmiente,
otra vez noche de asfalto y frontera,
escribo y el desierto hace hombres sin espaldas, estómagos andantes
bajo la frágil garúa que no te ha nombrado, que no te ha dado la Verdad
instalando al ser y la nada, el designio que oscurece un par de ojos vagos
y el tránsito pariendo lascivas estrellas y un muchacho quiso ser el mundo
y se tiró de un puente o salió del cine inflando sus pulmones
a contemplar forzosamente la ciudad y sus cuerpos interiores,
la máscara enjuta de un cielo reventado por las masas
qué sería de mí, sin mis dioses, sin maletines y corbatas,
sin los postes que han predicho en tus ojos un fuego extraño
que ni el sol podrá ver. Es el fin, chocan dos autos
aprieto el acelerador, Lima ha vuelto a ser la extraña humedad de un beso,
apariencia infinita de un abrazo, mirada extraviada soportando una memoria;
ya no hay segunda muerte después del otoño
ni otra muchacha con un sexo sin angustia.
Yo quise ser el mundo detrás de las paredes y los postes sin insomnio
me hablaron de poesía y de mujeres
de borrachos y muñequitas de goma,
pero ahora ya no soy la luz, ahora ya no soy el mundo
ni la sangre derramada que escupo, ni el triste rencor de los que jamás regresan
a la soledad que todos juzgan, violan, tiran al río y olvidan
al perderse la luna detrás de las ventanas
y las eternas velas que aún no terminan de encenderse tras la noche.





AQUÍ SOY YO


No me queda sino
volver al orificio de la bala
y aplaudir
para que sepas que no hay nadie arrodillado
aceptando su derrota.


1 comentario:

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