viernes, 26 de julio de 2013

Comentario y fragmento de "Nada del otro mundo"




"Los siete cuentos que conforman Nada del otro mundo del poeta y escritor Paolo Astorga, nos relatan las experiencias cruciales de una nueva generación, jóvenes que se inician en la vida de forma tan apasionada y abisal, que pareciera que no dieran oportunidad al futuro. Rompen, por eso, esa bien conocida frase de que "los jóvenes son el futuro", y es que ya esa frase ha caducado hace tiempo. Los jóvenes trabajan, forman bandas, y no solo sueñan, o quizás ya han perdido los sueños. Los personajes de este libro, empujados aun por el amor, el deseo y la lucha del poder, arman sus estrategias para vencer al vacío que deja como una zanja esta postmodernidad alienante. El narrador sabe penetrar en las tribulaciones de sus protagonistas, justo antes del beso o del suicidio. Cada cuento o relato termina con una lección cruda de una verdad que no se dice, pero que se vive día a día, en la casa del lado, en la calle siguiente, en el otro distrito. Es el hoy, y es el aquí; no es nada del otro mundo."

Miguel Ildefonso
Portada del Sol, 2013.


"Sería perfecto no recordarlo, no recordar que era sábado, porque igual todos sabíamos que sus ojos eran los mismos ocasos vencidos por el vacío. Era sábado y el día en que tenía que ver su rostro en el rostro de esa mujer que no podía resistir. Era sábado y bajo esa palabra que iba repitiendo lentamente hasta el hartazgo nacía la imagen y quizá la voz ligera y complaciente de esa muchacha única e imposible que quería olvidar como el otoño a sus hojas marrones, para que sea menos dolorosa la herida en el corazón o quizá no, quizá no había corazón, sino solo un puñado de recuerdos, malos recuerdos, malas acciones, malas palabras antes pronunciadas, secretas palabras también, secretas como mirarla después de la escuela, ver cómo camina, ver cómo conversa con una amiga y luego desaparece entre la niebla y luego hacerse obsesión en mi mente, no en mi corazón. Mi corazón no existe, existe algo muerto que cree latir, yo creo en eso, siempre creo en eso y más aún cuando pienso que me miras, que eres tú la que me mira y no yo, es allí cuando más creo que hay algo vivo latiendo y creyendo que vive. ¡Qué difícil! Estoy intoxicado por este sueño imposible y humano, entre las sábanas blancas que me ahorcan con su limpieza y su olor a mañana turbulentamente quieta sin que yo pudiera besar su imagen siquiera su nombre que guardo en mis sueños, se decía mientras el sábado lo apuñalaba con su angustia y sordidez." (Del cuento: "Daniel")

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